“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita”.
Así comienza la que podría decir que es mi novela favorita, "Lolita", del escritor ruso Vladimir Nabokov. La primera vez que la leí tenía sólo 15 años y me fascinó por completo.
"Lolita" es la historia de un profesor cuarentón, Humbert Humbert, que se queda prendado de una "nínfula" de 12 años llamada Dolores Haze y cuya pasión hacia ella le hace perder la razón.
Me gustan sus dos adaptaciones cinematográficas (Stanley Kubrick en 1962 y Adrian Lyne en 1997), pero esta útima con Dominique Swain en el papel de Lolita me resulta mucho más creíble, ya no sólo por su edad (Sue Lyon estaba bastante crecidita en la versión de Kubrick) sino porque su Lolita es más vulgar, descarada e inmadura. Por el contrario, el Humbert Humbert de Jeremy Irons, aunque bueno, no es capaz de alcanzar la magnífica interpretación que hace James Mason del atormentado profesor.
Creo que en las películas se da una imagen de Lolita un tanto diferente a la del libro. En ambas, parece que Humbert sea la víctima de una provocadora y malvada Lolita, mientras que en el libro se ve claramente que Humbert es un hombre enfermo que termina destruyendo lo que más ama por el afán de poseerlo.
Para mí es una lectura altamente recomendable, cuya historia vale la pena descubrir y disfrutar página a página.