Ya os he contado un par de cosas de nuestro viaje este verano a la campiña inglesa (Cotswolds, en inglés), pero quería resumir en este post las cosas que más nos han gustado, por si os sirven para futuros viajes. Aunque ya os adelanto que la mitad de la lista está compuesta por comida, no lo he podido evitar.
1. Los cottages
Las típicas casitas inglesas o cottages son habituales en los pueblos de la campiña, con sus muros de piedra, sus tejados de pizarra y sus jardines llenos de flores aparentemente desordenadas y salvajes.
Todas las casas tienen en la entrada una placa con su nombre, que puede ser de piedra, metal o madera.
Nuestra casa la encontramos a través de la web Manor Cottages y el servicio fue perfecto, nos dieron toda la información que necesitábamos y los dueños de la casa se pusieron en contacto con nosotros varias semanas antes del viaje.
Arriba podéis ver algunas imágenes de nuestra casa, que he sacado de la web Manor Cottages. Era como una casita de invitados sobre el garaje, junto a la piscina, al lado de la casa principal. En el piso de abajo estaban la entrada y el baño, y arriba teníamos la cama, cocina y zona de estar con televisión, libros, sofá, mesa para comer... Todo estaba limpísimo y cuidado hasta el más mínimo detalle.
2. Nuestro pueblecito: Chedworth
Nuestra casa estaba en Chedworth, un pueblecito muy tranquilo, situado justo en medio de los Cotswolds, con pastos para cabras, establos de burros blancos (nunca había visto burros de ese color), y amables habitantes que te hacen sentir como en casa.
Una de las cosas más curiosas de Chedworth es que una de sus dos cabinas de teléfono, no es un teléfono.
En realidad es su biblioteca pública (así nos lo explicaron los dueños de la casa), la oficina de objetos perdidos y el desfibrilador más cercano. Todo en uno.
3. Los desayunos típicos de Pancake Hill
Dentro de Chedworth, nuestra casa estaba en una zona llamada casualmente Pancake Hill (la colina de las tortitas), por eso, entre las cosas de desayuno, los dueños nos dejaron unas ricas tortitas, que nos duraron un par de días.
Algún día pudimos desayunar en la terraza porque hacía muy buen tiempo (aunque no tanto como para bañarnos, porque el agua estaba helada). Y acompañamos las tortitas de jamón York, tomatitos cherry y huevos revueltos.
Los días que salían nublados, desayunábamos dentro de casa mirando el valle. Y para acompañar las tortitas y tostadas teníamos sirope de arce, miel, mermelada de naranja amarga y mermelada de arándanos. La mayoría eran productos de la granja del pueblo.
4. La Farm Shop y sus productos caseros
En lo alto de Chedworth hay una granja con una tienda bastante grande y una cafetería/restaurante que abre todos los días.
Aquí comprábamos la comida que luego preparábamos en casa, para no tener que comer y cenar fuera todos los días. Esto nos vino muy bien porque, contrariamente a lo que nos imaginábamos, comer o cenar en un pub es muy caro. Una cena con un entrante, dos hamburguesas, dos cervezas y un postre podía costar, dependiendo del sitio, entre 40 y 60 libras.
Lo mejor de la Farm Shop es su sección de conservas caseras, tanto dulces como saladas: mostazas, salsas, aliños, mermeladas, lemon curd... No hace falta que os diga que nos llevamos unos cuantos tarros de vuelta a España con nosotros. También compramos aquí toffes, fudges (caramelos blandos) y shortbread cookies (galletas escocesas de mantequilla).
Una de las especialidades de la campiña inglesa es el helado casero de leche. Nosotros lo tomábamos acompañado de compota de albaricoque, como nos recomendaron allí. ¡Riquísimo!
5. Los pueblos de alrededor
Visitamos varios de los pueblos más famosos de los Cotswolds, pero los que más nos gustaron fueron Bibury, Bourton-on-the-Water y Stow-on-the-Wold.
Bibury dicen que es probablemente el pueblo más bonito de toda la campiña. Es muy pequeño pero sus casas y alrededores, repletos de vegetación, tienen muchísimo encanto. Algunos de sus cottages se construyeron en 1380.
Bourton-on-the-Water es un sitio bastante turístico, conocido como la Venecia de los Cotswolds. Esto se debe a un río que atraviesa todo el pueblo y que, al tener poca profundidad y corriente, la gente utiliza para bañarse o pasear por dentro de él. A lo largo del río hay varios puentes y, curiosamente, cada uno ha sido construido en un siglo distinto.
Stow-on-the-Wold es uno de los pueblos más visitados de la zona. Es famoso por sus mercados, que se siguen colocando desde hace siglos en la plaza principal del pueblo. Tiene un montón de tiendas de todo tipo, restaurantes y pensiones. Nosotros lo visitamos principalmente para comer en The King Arms, un restaurante y hotel de 1647, considerado el mejor entre Londres y Worcester.
6. Cowley Manor y el picnic
No quiero a repetirme, porque ya os hablé aquí del fantástico picnic que disfrutamos en Cowley Manor con las preciosas vistas de sus bosques y jardines (es fácil imaginar a Lewis Carroll escribiendo allí "Alicia en el país de las maravillas"). Podéis entrar en el post para ver todas las fotos del sitio y la comida que nos sirvieron. Sin duda, una de las cosas más bonitas que hicimos en este viaje.
7. El té con scones
Esta es otra de las cosas del viaje que ya os había comentado aquí. Para mí uno de los mayores placeres de viajar a Inglaterra es poder disfrutar de una taza de té con scones y clotted cream. ¡Se me hace la boca agua sólo de pensarlo!
8. Los pubs
Otra cosa típicamente inglesa que me encanta son los pubs, con su gran variedad de cervezas, su sabrosa comida y su ambiente acogedor.
La imagen de arriba es de uno de los pubs de Chedworth, "Seven Tuns", construido en 1610. Para llegar hasta ahí teníamos que recorrer dos kilómetros entre campos por caminos peatonales a veces llenos de barro (las botas eran imprescindibles).
Pero el mayor desafío era la vuelta, cuando ya se había hecho completamente de noche y no teníamos más luz que la luna y una pequeña linterna/llavero (gracias a la dueña de la casa, que pensó en estas cosas).
En los pubs había muchos tipos de cerveza: rubia, negra, tostada, de alta o baja fermentación..., y cartas con poca variedad de platos pero muy buenos.
9. Los postres ingleses
Los pubs tenían en sus cartas algunos postres clásicos ingleses, como el Eton mess (fresas con nata y merengue crujiente) o los que pongo a continuación, que nos encantaron.
Appel crumble (manzana al horno con migas crujientes). La verdad es que la manzana allí es muy ácida, pero igualmente estaba buenísimo.
Este postre quiero hacerlo en casa. Son melocotones al horno con miel y clotted cream. Más sencillo y rico, imposible.
10. Los
paisajes
Y, por último, los preciosos y apacibles paisajes de la campiña inglesa. El motivo principal por el que queríamos hacer este viaje.
Por otra parte, lo peor del viaje fue, sin duda, conducir por la izquierda. Hace más de
diez años que tengo el carné de conducir y cojo el coche a diario para ir al
trabajo, pero al llegar a Inglaterra y subirme al coche de alquiler con la
palanca de cambios a mi izquierda y las rotondas en sentido inverso… fue como
si condujera por primera vez, con dificultad para medir las distancias de los
lados y atenta a un millón de cosas. Había una hora y media en coche desde el
aeropuerto de Bristol a Chedworth y pasé tantos nervios y tensión por el camino
que casi vomito al llegar, ¡me dolía todo el cuerpo! Cogíamos el coche todos
los días para visitar los pueblos cercanos, así que la cosa fue mejorando con
la práctica, afortunadamente.
A
pesar de ese único inconveniente, este viaje a la campiña inglesa ha sido uno
de los que más nos han gustado, disfrutando de la tranquilidad y belleza del
campo, la deliciosa comida y la hospitalidad británica. Para repetir (o incluso para irnos a vivir).
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¡Feliz domingo!