domingo, 11 de junio de 2017

Dónde comer en Amsterdam: nuestras recomendaciones

Hace un par de meses, aprovechando las fiestas de Semana Santa, fuimos a visitar Amsterdam, una ciudad que aún no conocíamos y teníamos muchas ganas de recorrer. Hoy voy a enseñaros únicamente lo que comimos allí (que es una de las cosas que más me gusta de viajar), y así puedo extenderme más en este tema. En otro post ya os contaré las cosas que más nos gustaron de nuestro viaje, como suelo hacer.


Desde que tenemos a Miranda, preferimos alojarnos en apartamentos por la comodidad que supone y por el hecho de poder cenar en casa tranquilamente. Miranda come muy poquito fuera de casa, así que con esto nos asegurábamos que cenara bien y también podíamos prepararle un "tupper" de comida para cuando estábamos fuera. Además, en Amsterdam está muy de moda todo lo "eco" y "healthy", así que es fácil encontrar tiendas donde venden por ejemplo boles de fruta fresca cortada, que resultan perfectos como tentempié y a Miranda le encantan.

Volamos un miércoles por la tarde-noche y volvimos el lunes por la mañana, así que únicamente estuvimos cuatro días completos en la ciudad. En esos días pudimos visitar unos cuantos sitios de brunch (ya sabéis lo mucho que nos gustan) y probar algunos platos típicos holandeses, así que tomad nota porque os dejo una lista de lo que más nos gustó.

Metropolitain

Este fue posiblemente nuestro brunch favorito, sencillo pero delicioso. Metropolitain es un pequeño restaurante, situado en el centro de la ciudad, que tiene una decoración de estilo parisino muy acogedora, con mesas de mármol y sillones de piel. 

Aquí comí las french toast más ricas que he probado nunca, ligeras, esponjosas y acompañadas de frutos rojos, sirope de arce y yogur. El Chico Pecoso pidió unos huevos Benedict con salmón y aguacate, que también estaban riquísimos.


Pluk

Hacía tiempo que seguía a @plukamsterdam en Instagram y tenía muchas ganas de conocer el sitio. Es una cafetería/restaurante, situada en el barrio de Jordaan, que también cuenta con un espacio de tienda donde venden productos de menaje, papelería y decoración. Allí aprovechamos para comprar algunos recuerdos con la imagen de los icónicos edificios holandeses.

Para desayunar, me decanté por las clásicas tortitas holandesas que, aunque se parezcan a los pancakes americanos, son distintas en cuanto a sabor y textura. Los platos estrella de Pluk son los smoothie bowls de açaí, mango u otras frutas, que acompañan con semillas, frutos secos, etc. Además, su repertorio de tartas y bizcochos recién hechos (que podéis ver en la primera foto de este post) es muy apetecible.

Corner Bakery

Próxima a la zona de los museos está esta pequeña cafetería que resulta perfecta para ir a desayunar o tomar algo a media tarde. 

Lo que más le gustó a Miranda de Corner Bakery fueron sus vistosos batidos, o mejor dicho, los cereales de colores con los que los decoran.

La carta era breve pero variada: sándwiches, tartas, tortitas, french toast, zumos, batidos, limonada rosa, donuts de colores... 

Yo pedí un bol de yogur con granola y fruta, el Chico Pecoso un sándwich de pollo teriyaki y para Miranda, un panecillo tostado con mantequilla, Nutella, crema de cacahuete casera (riquísima) y mermelada.



Blue Amsterdam

Lo mejor de Blue Amsterdam son sus panorámicas vistas de toda la ciudad. Se encuentra situado en el centro de Amsterdam dentro del edificio más alto del lugar, por lo que ofrece unas vistas increíbles de las distintas zonas (norte, sur, este y oeste), que aparecen señaladas en cada cristalera.

La comida aquí era lo de menos, pero aprovechamos para probar las croquetas holandesas de queso con salsa de mostaza que, junto con las croquetas de carne (bitterballen), son uno de los platos típicos de su gastronomía.

Fishbar Saltzer

El pescado frito y el marisco son dos de los platos más comunes de la comida holandesa, sobre todo en ciudades de costa como Amsterdam. De entre todos los "fish bar" de la ciudad elegimos Saltzer, que se encuentra situado dentro de la Estación Central de trenes, junto al paseo marítimo. 

Saltzer tiene una decoración muy original, donde se mezcla el estilo industrial con las mesas de madera y los asientos de piel. Además, cuenta con enormes ventanales de cristal desde los que puedes ver el mar mientras comes.

Nosotros pedimos unas ostras con distintos aliños (salsa de mango, wasabi ponzu y vinagre de vino tinto con chalotas), media langosta y el clásico fish and chips de merluza, que venía acompañado de cuatro salsas distintas: guacamole de guisantes con menta, ensalada de col, salsa tártara y mayonesa casera. Aquí podéis ver todos los platos que ofrece su carta. 

Estaba todo riquísimo, especialmente el pescado frito, y muy bien de precio. Este fue sin duda uno de nuestros sitios favoritos de todos los que visitamos.

Dulces callejeros y clásicos holandeses

En Amsterdam hay máquinas expendoras de croquetas, puestos de perritos calientes, gofres o patatas fritas (esto último lo consideran uno de sus platos más típicos). Y también panaderías con deliciosos merengues gigantes de colores (ya sabéis que me chiflan los merengues crujientes) o los clásicos stroopwafels.

Los stroopwafels son los dulces más típicos del país. Consisten en dos finas capas de galleta crujiente rellenas de caramelo caliente. Se venden en paquetes en todos los supermercados, pero recién hechos es como más ricos están.

El de la foto es de nuestra visita a Keukenhof, que os la contaré en otro post (si tengo ocasión). Allí también había carritos que ofrecían helados y, lo mejor de todo, deliciosas fresas con o sin nata.

Aparte de todos los tentempiés dulces y salados, uno de los alimentos típicos de allí que nos encantaron (especialmente a Miranda) fueron sus quesos Edam y Gouda. De este último, llevábamos siempre una cuña encima, porque Miranda lo probó en una de las muchas tiendas de quesos que hay por la ciudad y nos lo pedía todo el rato.

Food Hallen

Este espacio nos pareció genial, una fantástica idea que simula puestos de comida callejera pero dentro de un espacio cubierto (esto era importante porque en la época que fuimos hacía mucho frío), con un diseño muy cuidado y música actual.

Food Hallen tiene una amplia y variada oferta gastronómica con restaurantes vietnamitas, japoneses, mexicanos, pizzerías, hamburgueserías, pastelerías... e incluso un puesto español en el que compramos jamón ibérico para Miranda, que le encanta.

Los puestos de comida están en los laterales y la zona central está ocupada por mesas, que son comunes a todos los puestos, junto con la barra de bebidas. Es un sitio genial para tomar algo o cenar.

Nosotros, como lo teníamos muy cerca del apartamento que alquilamos, solíamos pedir algo de cena allí para llevar o nos acercábamos después de cenar para tomar el postre.

Miranda esperando por nuestras pizzas.

El puesto de Petit Gâteau era una delicia para la vista y para el paladar. Era muy difícil decidirse entre sus tartaletas de mil sabores, pero os puedo decir que todas las que probamos estaban impresionantes: pistacho, caramelo salado, avellana, limón y merengue...

Y, por último, nuestro mejor descubrimiento en Food Hallen: I Scream Waffle, un gofre relleno de helado y servido dentro de un cono de cartón. Son unos gofres muy ligeros (nada dulces), con los bordes crujientes y que combinan genial con el helado, porque no se hacen nada pesados. Nos gustaron tanto que al día siguiente volvimos para probar su gofre estrella, "The Unicorn", relleno de helado, nata, sprinkles, mini marshmallows y un bastón de caramelo (os lo enseñé en Instagram).

Y hasta aquí nuestras recomendaciones gastronómicas del viaje, que espero os sirvan para vuestras próximas visitas a Amsterdam. Nosotros nos quedamos con ganas de conocer algunos otros restaurantes, sobre todo terrazas y jardines, que por el mal tiempo no pudimos disfrutar, pero esperamos volver algún verano para seguir recorriendo todo lo que nos falta de esta preciosa ciudad.

¡Feliz domingo!


domingo, 14 de mayo de 2017

El tercer cumpleaños de Miranda: rainbow party

Hace un par de semanas celebramos el tercer cumpleaños de Miranda. ¡No me puedo creer lo rápido que pasa el tiempo! Esta vez, el Chico Pecoso y yo queríamos una fiesta sencilla en casa pero muy colorida, así que elegimos esta temática arcoíris (que da mucho juego) y preparamos varias mesas que os iré enseñando a continuación. Todo decorado con los colores rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado, pero intentando no recargarlo demasiado.

Como os digo, queríamos decoraciones sencillas y cocinar lo mínimo posible, así que (a diferencia de los cumples anteriores, uno y dos) casi toda la comida que pusimos fue comprada. La tarta no podía ser otra que este rainbow cake que os enseñé hace unos años en el blog. Es muy sencilla de preparar y está riquísima.

Para beber había zumo de naranja natural, agua y leche. En la mesa dulce colocamos además cereales de colores Froot Loops (que compramos en Taste of America), roscas, merengues y macarons (de Avenue Macaron) con los colores del arcoíris.

Para decorar la pared, colocamos unos banderines de Tiger y unas letras de madera de Casa pintadas con los colores de la fiesta y a juego con la preciosa invitación diseñada por Nina Designs, que se encargó de toda la cartelería de la fiesta. 

Su lámina arcoíris, que me enamoró nada más verla, fue la base para todo el diseño de place cards, toppers y etiquetas. La verdad es que me hace mucha ilusión trabajar con ella porque, aparte de ser encantadora, fue una de las primeras personas a las que conocí al abrir mi blog hace ya ocho años y, gracias a ella y a su preciosa boda picnic, me animé a preparar mi primera fiesta. Mil gracias por todo, Gabriela.

El borde de las botellitas lo decoramos con nonpareils de colores (bolitas de azúcar), que podéis encontrar en cualquier tienda de repostería, como Enjuliana o María Lunarillos. Es muy fácil de hacer, simplemente tenemos que bañar el borde de la botella en chocolate blanco y luego introducirlo en los nonpareils. Una vez se enfría el chocolate, se endurece y queda perfecto.

También pusimos roscas y merengues para que no todos los dulces fueran de colores y evitar sobrecargar la mesa. Además, los merengues me encantan e intento ponerlos en casi todas las fiestas. Estos los compramos en Dulce de Leche.

Junto a la mesa dulce, colocamos unas mesitas de Ikea para que se sentaran las niñas a merendar, que luego transformamos en mesa de juegos para hacer manualidades con plastilina.

Seis niñas, seis colores. Por si os sirve de idea, también habría quedado muy bonito con doce (dos niños por cada color) pero en el salón de mi casa era inviable. :)

Cada niña tenía un sándwich y una fruta de su color (aunque lógicamente podían compartirla). La idea de los sándwiches la cogimos de los famosos "fairy bread" que son unos sándwiches con sprinkles de colores, típicos de los cumpleaños australianos. Se suelen untar con mantequilla o margarina (yo utilicé Nocilla blanca) y luego se cubren con sprinkles, en este caso con nonpareils de colores. Para el hueco de la parte superior del sándwich utilizamos un cortador de galletas con forma de estrella.

Las bolas transparentes para la fruta las compramos en La Fiesta de Olivia, al igual que las pajitas de colores. Los vasos y platos son de Party Fiesta, y las servilletas de Renova. (Si me olvido de algo, preguntadme).

Después de merendar, tocaba cortar la tarta y soplar las velas mientras sus amigas le cantaban "cumpleaños feliz", el momento que más ilusión le hacía a Miranda. A las niñas les encantó la tarta, e incluso se iban comiendo primero las capas de sus colores preferidos, algo que me hizo mucha gracia.

Luego recogimos la merienda y preparamos las mesitas de las niñas para que jugaran con plastilina. Colocamos un rodillo para cada una y varios cortadores y plastilina de colores que se iban intercambiando.

La plastilina es de Play Doh y los cortadores son de la marca Jovi, que casualmente tenía todas las piezas de los seis colores de la fiesta.

Aquí las niñas estuvieron la mar de entretenidas y se lo pasaron genial amasando la plastilina, haciendo figuras y también jugando con una plastilina de bolitas que le acababan de regalar a Miranda por su cumple.

Mientras las niñas jugaban, los mayores también pudieron merendar algo en otra mesa que habíamos preparado con picoteo salado.

En principio iba a ser una mesa de apoyo sin ninguna decoración pero, de manera un poco improvisada, decidimos alegrarla con unos globos de colores, aprovechando que ya teníamos los vasos, servilletas y frutas de la mesa de las niñas.

Los boles de colores son de Anthropologie y ya los tenía por casa, así que nos vinieron genial para poner las fresas, mandarinas, piña, kiwis, arándanos y uvas.

Pedimos unos sándwiches de Rodilla, no sólo para los padres, sino también para que las niñas tuvieran una alternativa salada.

Y también unos hojaldres variados de Panaria Catering, que estaban recién hechos y riquísimos. Todo esto con la idea, como os comentaba al principio, de cocinar lo mínimo posible y no perder mucho tiempo haciendo recados, para disfrutar al máximo de la preparación del cumple sin agobiarnos.

Y en una mesa arcoíris salada no podía faltar una tabla de crudités de verdura, que ya sabéis que nos encantan (nos las habréis visto en alguna que otra fiesta o picnic), y quedan realmente vistosas. Nosotros servimos col lombarda, rabanitos, pimientos de varios colores, zanahorias baby, tomatitos cherry y pepino, acompañados de hummus y tzatziki. A Miranda y varias de sus amigas les encantan las zanahorias y los pepinos y tuvimos que reponerlos. Pero el resto de verduras, nos las dejaron a nosotros.

También había panecillos variados y rosquilletas (palitos de pan).
Al terminar el cumple, todas las niñas se llevaron una bolsita con algunos detalles dentro como recuerdo de la fiesta.

Optamos por la misma fórmula del año pasado: juguete, galleta y chuches, pero siguiendo la temática arcoíris de la fiesta.

Como juguete elegimos unos moldes de colores para hacer helados de la tienda Tiger, las chuches fueron una brocheta de gominolas y unos regalices arcoíris, y por último las riquísimas galletas de Similam con el bonito diseño rainbow de Nina y personalizadas con el nombre de cada niña.

Las bolsitas las decoramos con papel de seda y baker's twin de cada color y, como cada una llevaba dentro la galleta de cada niña, las identificamos por fuera con una etiqueta redonda con su nombre, enganchada con una pinza de madera del mismo color.

Todas estas cosas de papelería y manualidades las encontramos en kioskos o bazares chinos. Tengo que dar las gracias a mi amiga Zoe (@zoemunoz_), porque es la mejor localizando materiales para fiestas (bolsas, servilletas y lo que haga falta) y me ayuda un montón cuando ya no sé dónde buscar. Igual que mi amiga Isabel (@citylifestyle_events), que se dedica a organizar unas fiestas preciosas (os la recomiendo 100% para vuestros eventos) y siempre me da ideas geniales. ¡Mil gracias a las dos!

Y, por supuesto, gracias al Chico Pecoso, que siempre se implica a tope en estas cosas y tiene las mejores soluciones ante los imprevistos que se van presentando. Nos lo pasamos genial planeando y montando juntos. Pero lo mejor de todo ha sido escuchar a Miranda loca de alegría con cada cosa que íbamos colocando, repitiéndome mil veces lo bonita que era la tarta mientras la cubría y ayudando emocionada a colocar los vasos, servilletas y platos para cada niña. Este ha sido el primer cumpleaños en el que ella ha podido disfrutar de todos los preparativos, y también de la fiesta, plenamente consciente de todo. Y ha sido genial. Ya imagino que cada año esto va a ser todavía mejor. 

Espero que a vosotros también os haya gustado la fiesta y os sirva de inspiración para los cumples de vuestros peques. Cualquier duda que tengáis, podéis preguntarme en los comentarios.

¡Feliz domingo!