domingo, 22 de noviembre de 2015

Cuando las cosas cambian

Llevo más de seis años escribiendo en este blog, al principio sin una periodicidad definida y luego una vez a la semana, todos los domingos. En estos años he vivido los momentos más felices de mi vida, que he compartido con vosotros: nuestra boda, la llegada de Totoro, el nacimiento de Miranda, un montón de preciosos viajes...

Como sabéis, mi blog ha sido siempre un hobby. Tengo mi trabajo de lunes a viernes y el blog era mi afición para los fines de semana. Alguna vez os he comentado en Instagram, después de tener a Miranda, que estaba pensando dejar el blog por falta de tiempo, pero en realidad no es la falta de tiempo lo que me hace planteármelo, es que mis prioridades han cambiado. Ahora prefiero pasar ese tiempo con mi familia. No me gusta que ellos se vayan al parque mientras yo preparo una tarta o hago fotos a una mesa. Igual dentro de un tiempo sí, o de vez en cuando, pero no por obligación y no todas las semanas. Yo quiero ir al parque con ellos.

Me encanta este blog y me gusta compartir mis aficiones en él, aunque no reciba ninguna remuneración (quizás precisamente por eso). Durante estos seis años, he seguido publicando en el blog porque es algo que me hace feliz, y sobre todo, me hace feliz gracias a vosotros, a los comentarios tan cariñosos que me dejáis todas las semanas aquí y en las redes sociales. A la mayoría ya os conozco por vuestro nombre (o por el de vuestro blog) y formáis parte de mi pequeña familia cibernética. Cada vez que preparáis una receta y me decís que os ha encantado o me mandáis fotos, cada vez que me contáis cómo habéis disfrutado de vuestro viaje a la campiña inglesa o a Alsacia, cada vez que un novio/marido me escribe para que le aconseje sobre cómo sorprenderos con un picnic romántico, una cestita de regalo o una letra con bombillas, cada vez que me decís que os alegro los domingos porque podéis desayunar mientras leéis mi post semanal, no os podéis imaginar la ILUSIÓN que me hace. Vosotros sí que me alegráis el día (y el mes entero). Sois quienes dais sentido a todo esto.

Por eso, no lo voy a dejar. Como os digo, el blog me hace muy feliz, aunque no me hace tan feliz como Miranda. Así que a partir de ahora dedicaré menos tiempo al blog y más a mi familia. Como no quiero que se convierta en una obligación, no os puedo decir si publicaré cada 15 días (que es mi idea inicial) o una vez al mes, pero seguiré por aquí.

Y ahora, cambiando de tema y como me lo habéis pedido alguna vez en las redes sociales, por fin voy a dar la cara. ;) Conocéis a Miranda, a Totoro y hasta al Chico Pecoso, pero si me seguís desde hace menos de cuatro años, es posible que no me conozcáis a mí.

Mi amiga Laura, que es escritora (y muy buena, por cierto), dice que no puedo salir en mi blog, que lo guay es mantener el misterio hasta el final. Pero lo cierto es que yo ya os enseñé alguna foto de mi cara en el post de mi boda, así que no hay ningún misterio. Es verdad que en esas fotos no llevo gafas, pero tampoco soy Clark Kent, se me puede reconocer fácilmente con ellas.

He elegido unas fotos de nuestras vacaciones en la campiña inglesa (concretamente del picnic en Cowley Manor), porque fue el viaje donde más feliz he sido y porque de ahí es también mi foto de perfil del blog. No sé si cambiarla por alguna de estas a partir de ahora, porque la otra me encanta, pero de momento aquí os las dejo.

Esto no significa que ahora vaya empezar a salir en el blog o a hacerme selfies en Instagram. Como os he comentado alguna vez, soy bastante vergonzosa y no me gusta mucho salir por aquí, pero igual que a mí me encanta ver las fotos de muchas bloggers y de sus familias, creo que os debía al menos esto, por todo el cariño y apoyo que me dais cada día.

Me despido hasta dentro de un par de semanas, donde espero poder enseñaros un DIY que estamos preparando.

¡Feliz domingo!


domingo, 15 de noviembre de 2015

Bundt cake de chocolate intenso con glaseado crujiente

Hoy, 15 de noviembre, se celebra en EEUU el National Bundt Cake Day. Por eso, siguiendo la tradición de años anteriores he querido publicar una receta de este tipo de bizcochos, que me encantan por sus preciosas formas y por su suave textura. Esta vez os traigo un bundt cake de chocolate intenso muy oscuro (casi negro), que contrasta con su crujiente glaseado de color blanco.

La receta del bundt de chocolate es de mi admirada Silvia Palma (Trotamundos), del blog Food and Cook. Yo utilicé el molde pequeño de 6 cups de Nordicware, pero si preferís utilizar un molde grande de 12 cups, podéis ver las cantidades en el blog de Silvia.

Ingredientes: (para molde de 6 cups)

- 112 gr. de mantequilla
- 205 gr. de azúcar
- 2 huevos
- 180 gr. de harina
- 8 gr. de bicarbonato
- Una pizca de sal
- 120 ml. de suero de leche (buttermilk): se consigue añadiendo una cucharada de vinagre a la leche y dejándolo reposar 10 minutos.
- 35 gr. de cacao puro en polvo. (Yo utilizo Valor)
- 80 ml. de agua
- 1 cucharadita de esencia de vainilla

Batimos la mantequilla con el azúcar hasta que quede suave. Añadimos los huevos uno a uno, batiendo bien después de cada adición. En un bol mezclamos la harina, la sal y el bicarbonato, y la añadimos a la mezcla en tres veces alternando con el suero de leche. Ponemos a hervir el agua y cuando llegue a ebullición, la apartamos y añadimos el cacao en polvo. Removemos hasta que se disuelva por completo. A continuación, añadimos el cacao y la esencia de vainilla a la mezlca. Engrasamos el molde (yo utilizo un spray de aceite) y lo llenamos con la mezcla, vertiendo despacio toda la masa para que no se creen burbujas de aire.

Horneamos el bundt cake sobre una rejilla (no uséis bandeja porque la idea es que pase el aire por el tubo central del molde) a 180º durante 30-40 minutos o hasta que al pinchar con un palillo, éste salga limpio.

Una vez hecho, lo sacamos del horno y lo dejamos dentro del molde durante 10 minutos. Pasado este tiempo, ya podemos desmoldarlo dándole la vuelta sobre una rejilla y dejarlo enfriar ahí completamente.

Para el glaseado mezclamos 150 gr. de azúcar glas con un chorrito muy pequeño de leche. Mezclamos hasta que no haya grumos. Si está demasiado espeso, añadimos más leche. Si está demasiado líquido, añadimos más azúcar. Lo ideal es que podamos pintar una línea de glaseado sobre otra y que se fundan muy lentamente (podéis ver la textura en la foto de abajo).

Con la ayuda de una cuchara, vamos colocando el glaseado por toda la parte superior del bundt cake, que podemos situar sobre una rejilla para que caiga el exceso de glaseado (en caso de que haya).

Esperamos a que el glaseado se seque por completo y ya podemos adornar nuestro bundt cake con algunos frutos rojos, como frambuesas o grosellas. Lo ideal es prepararlo el día de antes para que el sabor sea más intenso.

Como veis, es un postre sencillo y vistoso, que resulta perfecto para cualquier comida o cena navideña de las que se aproximan.

Este bundt cake ya lo he preparado varias veces en casa y nos encanta. Pero la primera vez que lo preparé con el glaseado y las grosellas fue hace un par de semanas para el cumple de Guille, el hijo de mi amiga Rebeca (@cotonetlavande), y lo hice en tamaño grande (12 cups). Podéis ver aquí la increíble fiesta de cumpleaños que le preparó su madre en blanco, negro y rojo (con la temática de Mickey Mouse) y a la que no le faltó ni un detalle. ¡Miranda se lo pasó fenomenal! Jugando en el taller de cocina para niños, bailando sin parar, comiendo de todo y corriendo de un lado para otro.

¡Feliz domingo!


domingo, 8 de noviembre de 2015

Pumpkin pie (tarta de calabaza)

Como sabéis, la tarta de calabaza o pumpkin pie es un postre tradicional estadounidense muy típico en las cenas de Acción de Gracias o Navidad y un símbolo inequívoco de la llegada del otoño. A mí me encanta la calabaza en todas sus versiones: asada, en crema, en mermelada, en bizcochos (ya os enseñé hace tiempo este bundt cake de calabaza especiado)... Y esta versión clásica de la tarta de calabaza me ha enamorado por su sencillez y su fantástico sabor.

La receta de esta tarta es muy básica: simplemente lleva huevos, azúcar, calabaza, especias y normalmente leche evaporada, que es similar a la leche condensada y la podéis encontrar en cualquier supermercado. Para la base podéis comprar masa quebrada o brisa, pero siempre estará más rica si la preparáis vosotros mismos con la receta que os dejo a continuación.

Ingredientes para la base:

- 250 gr. de harina
- 1/2 cucharadita de sal
- 1/2 cucharada de azúcar
- 170 gr. de mantequilla
- 60 ml. de agua fría
- 1 yema de huevo para pintar

Mezclamos la harina, la sal y el azúcar. Añadimos la mantequilla en cubos y mezclamos bien con un amasador (yo uso éste) o con las manos hasta formar migas grandes. Añadimos 30 ml. de agua fría y amasamos. Si la masa todavía está seca, añadimos el resto. Si la masa ya está elástica, formamos una bola, la envolvemos en papel film y la refrigeramos durante al menos una hora. Pasado ese tiempo, la sacamos de la nevera, esperamos a que se atempere y estiramos la masa con un rodillo (siempre sobre una superficie enharinada), lo suficiente para cubrir nuestro molde.

Cortamos las partes de masa sobrante y formamos ondas con los dedos para decorar el borde de la tarta. A continuación, la refrigeramos durante 30 minutos. Después pintamos los bordes con la yema de huevo diluida con una cucharada de agua o leche y horneamos durante 20 minutos a 190º colocando encima un papel vegetal lleno de alubias o algo de peso para que la masa no suba. Pasado este tiempo, quitamos el peso con el papel vegetal y horneamos durante 10 minutos más. 


Mientras tanto, preparamos el relleno de la tarta. Yo suelo comprar la calabaza ya asada en el mercado, pero si preferís asarla vosotros mismos podéis hacerlo a 200º durante una hora, tapándola con papel de aluminio si veis que empieza a quemarse por arriba. Es importante escurrirla una vez asada, para que suelte todo el agua que pueda tener antes de añadirla al relleno.

Ingredientes para el relleno:

- 2 huevos
- 185 gr. de azúcar moreno
- 400 gr. de pulpa de calabaza asada
- 340 ml. de leche evaporada
- 1 cucharada de harina de maíz (maicena)
- 1/2 cucharadita de jengibre
- 1/2 cucharadita de canela
- 1/4 cucharadita de nuez moscada
- 1/4 cucharadita de sal

Mezclamos el azúcar, la maicena, la sal, las especias, la calabaza y los huevos (previamente batidos). Añadimos la leche evaporada y mezclamos bien con el resto de ingredientes. Vertemos el relleno dentro de la base, colocamos la tarta sobre la bandeja del horno y horneamos a 190º durante unos 45 minutos o hasta que veamos que el relleno está cuajado pero el centro tiembla ligeramente al mover el molde.

Pasado este tiempo, dejamos enfriar la tarta sobre una rejilla. Cuando haya enfriado completamente, ya podremos cortarla sin problemas.

El borde de la tarta pierde un poco de forma al hornearse. Si queremos que mantenga mejor las ondas, podemos guardar la base en el congelador 30 minutos, en lugar de en la nevera, antes de hornearla.

La tarta de calabaza se sirve tradicionalmente acompañada de nata montada, que podemos presentar en el centro de la tarta o bien en cada pequeña porción que cortemos. E incluso espolvorear por encima un poco de canela en polvo.

El sabor de esta tarta resulta delicioso, no sólo por la calabaza asada, sino también por la mezcla de especias que le aportan un agradable aroma. Podéis hacer vuestra propia combinación de especias, según lo que más os guste, y combinar la canela, el jengibre y la nuez moscada con cardamomo, clavo, vainilla o incluso pimienta de Jamaica, para darle un toque más especiado. 

Éste es un postre que, quitando los tiempos de horneado, resulta muy rápido de preparar y no tiene ninguna dificultad. Además, aguanta perfectamente en la nevera 3 ó 4 días cubierto con papel film o papel de aluminio.

Espero que os haya gustado esta receta y os animéis a prepararla, aprovechando que las calabazas en esta época son mucho más dulces que el resto del año. 

¡Feliz domingo!