domingo, 24 de noviembre de 2013

DIY: 4 sencillas velas de otoño

Antes de que nos inunde la marea navideña y como todavía nos queda un mes de otoño, os quiero enseñar estas ideas para hacer unas bonitas velas otoñales, que darán un ambiente cálido y acogedor a vuestro hogar.

Busqué ideas de velas caseras en Pinterest, que es una fuente inagotable de inspiración, y estas cuatro fueron las que más me gustaron y las que decidí hacer para decorar mi casa en estos meses de frío. Os aseguro que todas son muy fáciles de hacer, aunque algunas llevan más trabajo que otras.

1. Velas con avellanas

Para hacer estas velas únicamente necesitáis: unos tarros de cristal, vasitos pequeños (de chupito), velas pequeñas, alambre y avellanas. También podéis usar castañas u otros frutos secos, dependiendo del ancho de vuestros tarros.

Lo primero que tenemos que hacer es fabricar el asa de alambre para colgar nuestros tarros. Yo trencé el alambre para hacer el asa de la medida que quería y luego lo fijé alrededor del cuello del tarro con varias vueltas de alambre.

Después de esto, ya podemos poner dentro del tarro nuestros vasitos con una vela y rodearlos de avellanas o los frutos secos que queramos. Estos faroles son perfectos para exterior y podemos usar su asa para colgarlos.



2. Velas con nueces

Estas velas son más sencillas de hacer de lo que parece. Solamente necesitamos algunas nueces, que abriremos con cuidado para no romper la cáscara, y unas cuantas velas pequeñas.

Una vez abiertas las nueces, las vaciamos bien y reservamos las cáscaras. Podemos dejarlas tal cual o pintarlas del color que queramos. Yo pinté algunas de dorado. Después, sacamos con cuidado la mecha de nuestras velas pequeñas y, con un poco de cola blanca, las pegamos dentro de las cáscaras de nuez. A continuación derretimos la cera de estas velas al baño María y rellenamos con ella nuestras cáscaras.

Estas velas con nueces son perfectas para hacer un centro de velas flotantes. También podemos hacer cajitas con unas cuantas nueces para regalar. Quedarán muy bonitas si las pintamos.


3. Velas con palos

Estas velas son un poco más laboriosas de hacer, aunque igualmente sencillas. Para ello se necesitan unos cuantos palos, vasos de varios tamaños y algunas velas.

Cortamos los palos del tamaño aproximado de nuestros vasos, y vamos pegándolos con un poco de cola blanca alrededor del vaso. Si quedan huecos entre los palos por su irregularidad de formas, iremos pegando más palos encima, pero siempre una vez que se hayan secado los primeros.


Cuando se haya secado completamente la cola de todos los palos, ya podemos introducir las velas y colocar nuestros portavelas otoñales donde queramos.



4. Velas con manzanas

Estas velas son las más sencillas y rápidas de hacer. Simplemente necesitamos unas cuantas manzanas y velas pequeñas.


Hacemos un agujero en la parte superior de la manzana del tamaño de las velas, retiramos la parte metálica de la vela, la introducimos dentro de la manzana y la encendemos para que la cera se vaya derritiendo por los lados. Yo combiné velas blancas y rojas dentro de las manzanas.


Este centro, por sus tonos rojos, también nos puede servir para decorar la mesa en Navidad. Además, es rapidísimo de hacer.

Espero que os hayan gustado estas ideas de velas otoñales y que os animéis a hacer alguna de ellas.

¡Feliz domingo!

domingo, 17 de noviembre de 2013

Nuestra escapada a Madrid y Alcalá de Henares

La semana pasada, aprovechando que el Chico Pecoso tenía vacaciones, me cogí un par de días libres en el trabajo y nos fuimos de escapada a Madrid y Alcalá de Henares, para celebrar (con dos meses de retraso) nuestro segundo aniversario de boda. Pasamos cuatro fantásticos días de desconexión, paseando, descansando, disfrutando de estas dos ciudades y, lo que más me gusta a mí, comiendo.

No conocíamos Alcalá de Henares y nos pareció una ciudad preciosa con sus calles empedradas, sus casas soportaladas, sus balcones de forja... hasta las bajantes son bonitas allí, con forma de cabeza de dragón. Todo está en muy buen estado y perfectamente conservado.

En Alcalá de Henares dormimos el jueves y el viernes; y elegimos para alojarnos el Parador, antiguo convento del siglo XVII. Las habitaciones son enormes (tienen hasta un sofá, aunque no se ve en las fotos) y muy cómodas, con vistas a un precioso Jardín Tallado en el interior.

El Chico Pecoso es arquitecto y elegí este hotel sabiendo que le encantaría, porque el proyecto es de los arquitectos Aranguren & Gallegos, unos de sus favoritos.

Alcalá de Henares es la ciudad natal de Cervantes, así que aprovechamos para visitar la casa donde nació, convertida en museo, que alberga además una de las mayores colecciones de El Quijote, con más de 200 ediciones en todos los idiomas. En la puerta de la casa se puede ver a Don Quijote y Sancho conversando animadamente en un banco.

Ora cosa que me encantó es el ambiente que hay por las noches. La gente pasea por las calles y los bares se llenan de personas tomando cervezas y tapas. Me recordó mucho al ambiente del Barrio Húmedo de León. Entre las tapas que comimos nosotros, estaba la típica oreja de cerdo, que nunca habíamos probado y la verdad es que está muy buena.

En Instagram me recomendasteis algunos sitios donde comer y merendar, pero tuvimos tan mala suerte que la mayoría los encontramos cerrados. Al final estuvimos en El Tapón, El Indalo, La Taberna de Rusty y la Esquina Complutense. Y nos quedamos con ganas de probar el cocido madrileño. Para la próxima.

El sábado antes de irnos a Madrid, como Le Petit Bonbon que nos recomendó Yolanda estaba cerrado, desayunamos en la pastelería Cosmen & Keiless recién abierta en Alcalá (por lo visto hay unas cuantas en Madrid). Un local muy acogedor lleno de tartas y todo tipo de panes y bollería.

Ya en Madrid quedamos con unos amigos para comer en Mr. Frank, un sitio genial que había visto en el fantástico blog de Patri, Lilaygris, y me moría por conocer.

La decoración, como veis, es chulísima, con sillas y lámparas de diferentes estilos. La parte de arriba está decorada con palés y con un estilo muy distinto a la parte de abajo, una antigua bodega con paredes de ladrillo.

La comida estaba riquísima, me encantaron los langostinos crujientes y el risotto de boletus con queso Idiazábal. También probamos los cuatro postres que tenían y estaban todos deliciosos, tanto las tartas como el coulant de chocolate. Desde luego, un sitio para repetir, porque estuvimos muy a gusto y comimos fenomenal.

Luego estuvimos paseando por el Paseo del Prado, visitamos la exposición de Caixa Forum sobre Japón y dimos una vuelta por las tiendas del barrio de Salamanca.

Hicimos un alto en el camino para tomar el té en Living in London y comprar un par de tarros de clotted cream. Allí tomamos los clásicos sandwiches, scones con clotted cream y mermelada, croissants y pastas de té.

El resto del día estuvimos con nuestros amigos, disfrutando de su compañía y enseñándonos la nueva casa donde se han instalado en Madrid.

El domingo nos levantamos pronto para ir a pasear al Parque del Retiro, que en otoño es más bonito si cabe, visitar el Palacio de Cristal y dar un paseo en barca por su enorme estanque.




Para coger fuerzas, fuimos a tomar un brunch al Café Oliver. Allí el menú incluye: café o té, zumo de naranja o sandía, pan y bollería con mantequilla y mermelada, Actimel y dos platos a elegir por persona.

Yo tomé huevos revueltos con queso y cebollino de primero y tortitas con sirope de arce de segundo. Y el Chico Pecoso eligió unos huevos Benedict y una cheeseburguer.

Por la tarde fuimos al teatro a ver El Cavernícola, una obra muy divertida con Nancho Novo sobre las diferencias entre hombres y mujeres, que ya lleva cinco temporadas en cartel. Si todavía no la habéis visto, os la recomiendo para echaros unas buenas risas.

Aunque antes de eso, pasamos por Mamá Framboise para merendar, porque me moría por probar una de sus deliciosas tartas. Habíamos pasado por la mañana para desayunar, pero estaba a tope, con una lista de espera de una hora... Así que nos fuimos y ya volvimos a la hora de merendar. Yo pedí un té con leche y una tartaleta de frambuesas y pistacho que estaba riquísima.


Los dos días que pasamos en Madrid, sábado y domingo, nos alojamos en el Silken Puerta de América, concretamente en la planta diseñada por el japonés Arata Isozaki, que representa el yin y el yang, con la habitación completamente en color negro y el baño en blanco, con los elementos en madera al estilo de los baños tradicionales japoneses.

Hace dos años ya estuvimos alojados en este hotel, en la planta de Zaha Hadid, que es una de las más chulas de todo el hotel, con las habitaciones de aspecto futurista hechas con Corian de color blanco (también hay habitaciones en negro). Pero si tengo que elegir, me quedo con el baño de Isozaki. Desde que probé la bañera de madera, cálida y enorme, creo que necesito tener una así en mi casa.

El domingo cenamos en el restaurante del hotel, Lágrimas Negras, donde todo estaba riquísimo, pero especialmente el postre: la tarta fina de manzana, que hay que pedirla al principio de la cena, porque tardan 20 minutos en prepararla.

Y terminamos nuestra última noche en Madrid tomando unos cócteles en el Marmo Bar (también en nuestro hotel), llamado así porque su barra es una pieza única de mármol de Carrara de 8,25 metros de largo y 6 toneladas de peso.

El lunes por la mañana nos despedimos de Madrid, después de cuatro días de descanso y desconexión, con muchas ganas de repetir esta escapada y visitar otros muchos sitios para los que no tuvimos tiempo.

¡Feliz domingo!

domingo, 10 de noviembre de 2013

DIY: Lápices de colores decorando la pared

Hoy no estoy en casa. Este fin de semana nos hemos venido de escapada a Madrid (podéis verlo en mi Instagram). Pero, gracias al wifi del hotel, os puedo enseñar el DIY que preparamos hace unos días el Chico Pecoso y yo para decorar una de las paredes de nuestro estudio en casa, de forma sencilla, con un montón de lápices de colores.

La idea surgió porque al Chico Pecoso le gusta mucho dibujar y quería poder tener a mano y a la vista todos los lápices de colores, pero que estuvieran siempre ordenados. Algo que en la caja no era posible, porque siempre acababan juntándose. Así que se nos ocurrió usar imanes (los mismos que usamos en las fiestas para poner los pompones de seda en la pared) y alguna pieza de metal para poder pegarlos.

Lo primero que tenemos que hacer es utilizar pegamento de contacto para pegar un imán en cada lápiz, intentando que todos queden aproximadamente a la misma altura (cuando vayamos gastando los lápices tendremos que cambiar el imán de sitio). Son imanes de neodinio de 2 mm. de diámetro por 1 mm. de grosor, y son muy potentes.

Este tipo de imanes se puede encontrar fácilmente en Ebay en packs de 100 imanes por unos 10 euros (si veis packs más caros, desconfiad). Nosotros teníamos en casa 35 imanes y ese fue el número de lápices que pusimos, pero en cuanto compremos más, ampliaremos la colección.

La pieza de metal que utilizamos fue un tapajuntas que compramos en la ferretería, porque tiene un lado adhesivo perfecto para pegarlo en la pared.

Para cortarlo utilizamos una sierra para metal de Ikea que tenemos en casa, pero si no tenéis, podéis pedir en la ferretería que os lo corten a la medida que necesitéis (deberéis medir juntos todos los lápices que queréis poner en la pared).

Luego, si queréis pintarlo, tendréis que utilizar un spray de imprimación (los venden en las tiendas de modelismo), porque la pintura normal no se coge al metal. 

Nosotros utilizamos un spray gris que teníamos en casa, pero lo podéis comprar blanco si queréis que se camufle con la pared.

Cuando esté seca la pintura, ya podemos quitar la tira protectora del adhesivo y pegar el tapajuntas en la pared, procurando que quede totalmente horizontal.

Una vez colocado el tapajuntas, ya podemos ir colocando los lápices con imanes uno a uno en el orden que queramos.

Cuando estén todos puestos, el tapajuntas quedará totalmente tapado y parecerá que los lápices están flotando en la pared.

Podemos coger fácilmente el lápiz que queramos utilizar y luego volver a colocarlo en el hueco que ha quedado.

Como veis, es un DIY muy sencillo de realizar, sólo hace falta comprar los imanes, el tapajuntas y el spray (si queremos pintarlo). Y lo mejor es que podemos hacerlo tan grande como queramos, para ajustarlo al espacio libre de nuestra pared.

Además, este DIY es perfecto para decorar la habitación de los niños. Se puede hacer con lápices, rotuladores o lo que queramos. Seguro que a ellos les encantará tener todos sus colores a la vista pegados a la pared.

¡Feliz domingo!