domingo, 29 de septiembre de 2013

Galletas teja con forma de hoja

Hoy os traigo la receta que me habría gustado preparar la semana pasada, pero que no pude hacer porque me puse enferma y estuve varios días en la cama, como os comenté en Facebook. Quería daros las gracias a todos por vuestras muestras de cariño y vuestros mensajes de ánimo. Por suerte, ya estoy completamente recuperada y os puedo enseñar estas deliciosas galletas para dar la bienvenida al otoño.

Son las clásicas tejas (muy parecidas a las lenguas de gato) pero con forma de hoja de roble. Y, aunque no lo parezca, son unas galletas muy fáciles y rápidas de hacer (en media hora las tienes listas).

La receta es del libro Martha Stewart's Cookies y con ella salen 16 galletas. Yo os recomiendo que dupliquéis la masa para que os salgan más galletas, porque éstas me las comí nada más hacer las fotos (menos un par que le guardé al Chico Pecoso) y me quedé con ganas de más.

La plantilla para la forma de hoja os la enseñé el otro día en Instagram y me la hizo el Chico Pecoso con un material plástico que se llama Forex (el mismo con el que hicimos el año pasado los arbolitos de Navidad) y lo podéis encontrar en papelerías técnicas. Para dibujar la hoja, podéis descargaros la plantilla de Martha Stewart aquí. Aunque si no queréis usar plantilla, podéis hacer simplemente óvalos o círculos con la mezcla sobre la bandeja de horno.

Ingredientes (para 16 galletas)

- 1 clara de huevo
- 30 gr. de azúcar glas
- 30 gr. de harina
- Una pizca de sal
- 4 cucharaditas de mantequilla sin sal derretida (completamente líquida)
- 2 cucharaditas de nata líquida para montar
- 1/4 de cucharadita de esencia de almendra (yo le puse vainilla)


Precalentamos el horno a 175º. Con una batidora eléctrica, a velocidad media, batimos la clara de huevo con el azúcar unos 30 segundos. Después bajamos la velocidad, añadimos la harina y la sal y mezclamos solamente hasta que estén combinados los ingredientes. A continuación añadimos la mantequilla, la nata y la esencia y mezclamos durante 30 segundos más.

Colocamos nuestra plantilla de hoja sobre la bandeja con el papel de horno y, con la ayuda de una espátula, extendemos una fina capa de mezcla. Retiramos la plantilla con cuidado, la limpiamos y repetimos el proceso en toda la bandeja.

Horneamos las galletas hasta que estén doradas, unos 6-8 minutos. Entonces las separamos del papel con una espátula y las dejamos enfriar sobre un rodillo si queremos darles forma curva (hay que hacerlo rápido para que no se enfríen antes), o sobre una bandeja si queremos que queden lisas. 

Cuanto más tostadas estén las galletas, más difícil será que tomen forma al sacarlas, lo mejor es sacarlas del horno cuando todavía están un poquito blancas en el centro.




Son unas galletas muy ligeras y crujientes, de esas que empiezas a comer y no puedes parar porque no llenan nada. Perfectas para acompañar el café o tomar con helado. Estoy segura de que os encantarán.

¡Feliz domingo!


domingo, 15 de septiembre de 2013

Banana cream pie (tarta de plátano)

Aprovechando que todavía hace calor y no me apetece mucho encender el horno, he preparado esta tarta de plátano o banana cream pie, un clásico de la repostería norteamericana, que tenía ganas de probar. Es una tarta facilísima de preparar y estoy segura de que os encantará su combinación de sabores.
La receta es de la web Canadian Living, con alguna pequeña variación. A continuación os dejo los ingredientes en gramos.

Para la base:
- 300 gr. de galleta María
- 180 gr. de mantequilla 
- 80 gr. de chocolate negro

Para el relleno:
- 4 yemas grandes
- 100 gr. de azúcar
- 40 gr. de harina de maíz
- 750 ml. de leche
- 30 gr. de mantequilla
- 1 cucharadita de vainilla
- 2 plátanos en rodajas

Para la cobertura:
- 250 ml. de nata para montar
- 2 cucharadas de azúcar
- Virutas de chocolate

Mezclamos la galleta María triturada con la mantequilla derretida y la extendemos sobre la base de nuestro molde apretando bien para que quede compacta. La dejamos enfriar en la nevera al menos media hora.

A continuación derretimos el chocolate al baño María y lo extendemos sobre la base de galleta. 

Refrigeramos hasta que se endurezca, unos 10 minutos.

Colocamos una capa de plátanos cortados en rodajas sobre el chocolate ya frío.

Cubrimos los plátanos con un poco de azúcar y los caramelizamos con un soplete (esto no es necesario, la receta original lleva los plátanos crudos, pero están más buenos así). Si no tenemos soplete, otra opción puede ser flambearlos con algún licor.

Para preparar el relleno batimos las yemas, el azúcar y la harina de maíz con 125 ml. de leche. Calentamos la leche restante en un cazo y, cuando empiece a hervir, vertemos una taza de la leche caliente (unos 250 ml.) sobre la mezcla de yemas y lo batimos.

Luego volvemos a echar toda la mezcla en el cazo de la leche y lo calentamos a fuego medio hasta que burbujee y espese (unos 5 minutos). Continuamos cociendo un minuto más, lo quitamos del fuego y añadimos la mantequilla y la vainilla. Removemos bien la crema, la pasamos a un bol y dejamos que temple antes de ponerla sobre la tarta. Tiene que quedar espesa, como unas natillas.

La cubrimos con papel film en contacto con la crema y refrigeramos durante al menos dos horas.

Una vez fría, montamos la nata con el azúcar y la extendemos sobre la tarta con la ayuda de una cuchara.

Rallamos unas virutas de chocolate y las espolvoreamos sobre la nata.

Para acompañar la tarta, yo preparé un batido de chocolate con nata.

A mí me encanta el sabor del plátano caramelizado con la base de chocolate y galleta, pero si no os gusta el plátano siempre podéis sustituirlo por otra fruta, como el melocotón, por ejemplo.

Es una tarta riquísima y fresca, perfecta para estos últimos días de verano que nos quedan. 

¡Feliz domingo!


viernes, 13 de septiembre de 2013

Resultado del sorteo Dulce de Leche Mardel

Después del recuento de participantes (¡que habéis sido casi 200!), ya puedo anunciaros el ganador del sorteo que se llevará a casa un lote de productos Dulce de Leche Mardel, con varios tipos de dulce de leche y deliciosos alfajores.
Y la ganadora es... Gladys Sol

¡¡¡Enhorabuena, Gladys!!! Ahora me pondré en contacto contigo para que me des tu dirección y que Dulce de Leche Mardel pueda enviarte el lote de productos que has ganado.

Muchísimas gracias a todos por participar y por celebrar conmigo estos cuatro años del blog.

¡Nos vemos el domingo con una nueva receta!


domingo, 8 de septiembre de 2013

Las 10 mejores cosas de nuestro viaje a Alsacia

Hoy os traigo por fin el post sobre nuestras vacaciones en Alsacia (región francesa en la frontera con Alemania) que, como suele ser habitual, he resumido señalando las diez cosas que más nos han gustado del viaje. Nosotros queríamos descansar, pasear y disfrutar de las vistas y de la comida; así que, aunque hicimos varias excursiones, la mayor parte del tiempo estuvimos en Colmar, una ciudad preciosa y pequeñita, ciudad natal del escultor de la Estatua de la Libertad, capital del Alto Rin y que está considerada como la más alsaciana de las ciudades de Alsacia.

1. La Petite Venise de Colmar

La Pequeña Venecia es el principal atractivo turístico de Colmar, un pequeño río que atraviesa la ciudad, rodeado de las típicas casas alsacianas con vigas de madera y muchas flores en los balcones.

En este río de poca profundidad viven cisnes, patos e incluso una nutria, que tiene su madriguera en una de las orillas del río.

Vale la pena hacer el paseo en barca por la Petite Venise, para poder contemplar la parte menos urbana del río, una parte totalmente tranquila, silenciosa y rodeada de vegetación.


2. La comida alsaciana

Pensaba que la comida alsaciana no me iba a gustar mucho por ser demasiado alemana y la verdad es que me ha sorprendido gratamente. Todo lo que comimos estaba delicioso. Lo único que no pedimos fue el choucroute, un plato a base col, cerdo y salchichas. A continuación os dejo un repaso por los platos más típicos de la zona.


1. Quiche Lorraine: aunque es un plato típico de Lorena, la región vecina, es habitual en todas las cartas. 2. Rosti: cazuela de patatas hervidas con tiras de bacon y queso Munster fundido. 3. Tarte flambée: es una pizza de masa muy fina con cebolla, bacon, nata y a veces también queso. 4. Tarta de cebolla.

Los caracoles han sido para mí el gran descubrimiento gastronómico de este viaje. Los cocinan con una salsa verde a base de varias hierbas y los sirven por docenas o medias docenas. Riquísimos.

1. Baekeoffe: es un guiso que suele llevar tres tipos de carne (cerdo, cordero y ternera) cocinado con vino blanco de la zona y servido con patatas. 2. Caracoles al estilo alsaciano. 3. Codillo a la miel: allí el codillo está por todas partes y una forma de servirlo es con miel, otro de los productos típicos de la zona. 4. Foie gras: el plato estrella de la gastronomía alsaciana.

Y por supuesto los bretzels, esos lazos de pan con sal gruesa por encima, que están por todas partes en Alsacia. En la foto también podéis ver también un peluche de una cigüeña, que es el símbolo de Alsacia y se vende en todas las tiendas.

3. La ruta del vino alsaciano

Alsacia es una de las regiones vinícolas de Francia por excelencia. Tiene un clima seco y soleado, lo que facilita el cultivo de los viñedos

El camino entre los pueblos que forman la ruta del vino alsaciano es muy bonito, al menos desde Colmar, ya que puedes hacerlo por carreteras entre viñedos.

Nosotros visitamos unos viñedos en Riquewihr, un pueblecito con mucho encanto cercano a Colmar, y pudimos ver las uvas, todavía verdes, con las que elaboran sus deliciosos vinos blancos.

Durante nuestros días en Alsacia degustamos varios vinos de la zona: Riesling, Pinot blanc, Pinot gris, Pinot noir, Sylvaner y Gewürztraminer. Este último es dulce, (parecido a la mistela de aquí) y tan difícil de pronunciar que no sé cómo pudieron entendernos. Mi favorito es el Riesling.

4. Las vistas desde el Castillo Haut-Koenigsbourg

Este castillo del siglo XII está construido sobre la cima de una alta montaña (Stophanberch) y desde allí hay unas vistas increíbles de toda la zona, con los pueblecitos y viñedos de alrededor.

El camino hasta lo alto del castillo se puede hacer en coche, excepto el tramo final, que hay que subirlo a pie. Pero vale la pena el esfuerzo para contemplar la inmensidad del castillo, con sus huertos medievales incluidos, y las preciosas vistas de la planicie de Alsacia.

5. Los pueblecitos de la zona y sus casas de cuento

Además de Colmar, visitamos los pueblecitos de Riquewihr y Ribeauvillé, considerados los más bonitos de la zona. Los dos son muy pequeñitos y se pueden recorrer dando un paseo por sus calles empedradas y peatonales. Su arquitectura casi no ha cambiado en varios siglos y siguen conservando sus casas con vigas de madera, sus fuentes y sobre todo sus flores. Todo parece sacado de un cuento.

La foto de arriba es de Riquewihr y la tomé mientras comíamos en una terraza. La de abajo es de Ribeauvillé y pueden verse los banderines típicos que decoran muchas de las ciudades de la zona y las casitas de colores.


Como veis, en Alsacia todas las ventanas de las casas están llenas de flores y muchas tienen sus contraventanas decoradas con corazones.


Todos los pueblos tienen su fuente (muchas de ellas llenas de flores), que suelen estar situadas en plazas emblemáticas, como ésta de Colmar, situada en una de las plazas más bonitas y románticas que he visto nunca.

6. Las tartas de fruta y otros postres

Una de mis cosas favoritas en los viajes es probar los postres típicos de la zona. En Alsacia, debido a la influencia alemana, es habitual encontrar tartas de fruta en los restaurantes y todas, las pidas donde las pidas, están deliciosas.

1. Tarta de ruibarbo y merengue. 2. Tarta de arándanos. 3. Tarta strudel de manzana. 4. Tarta de frutos rojos.

Pero a excepción de las tartas de fruta, los postres son fundamentalmente franceses. Como el éclair de crema y frambuesas de la foto de arriba que compramos para un picnic en Colmar.

1. Crème brûlée. 2. Isla flotante: merengue sobre una base de crema inglesa. 3. Mousse de chocolate. 4. Dulce de marrón glacé con crema inglesa.

7. Colmar de noche

Cuando empieza a anochecer, Colmar se vuelve más bonita todavía. Se encienden las luces de las farolas y las guirnaldas de bombillas, las terrazas se llenan de gente, el agua de la Pequeña Venecia refleja las luces de las casas y las calles tienen un nuevo ambiente, más pausado, más romántico.



8. Visitar la Selva Negra y el Lago Titisee

Uno de los días de nuestro viaje lo reservamos para cruzar a Alemania y visitar la Selva Negra y el Lago Titisee, que están relativamente cerca de Colmar (ya os comenté lo mucho que me gustan los paisajes de lagos entre montañas).

Comimos en una terraza que tenía estas bonitas vistas al lago (foto de arriba) y de postre pedimos la tarta selva negra que está hecha con bizcocho de chocolate, nata y cerezas al kirsch.


Después de comer, dimos un paseo en barca por el lago, que está rodeado de bosques y es enorme. Sus aguas con muy oscuras y las orillas tienen algunas zonas de arena que la gente utiliza como playa.

Luego nos acercamos a una preciosa zona de montaña en plena Selva Negra, donde vimos lo densos que son sus bosques de abetos, que prácticamente no dejan pasar la luz del sol (de ahí lo de Selva Negra).



9. Estrasburgo

Estuvimos en Estrasburgo, capital del Bajo Rin, solamente el día antes de coger el avión de vuelta a España, así que tampoco pudimos disfrutarlo mucho. Pero es una ciudad preciosa por la que pasear, sobre todo la zona de los canales, llamada La Petite France. Se parece a Colmar, pero mucho más grande.

Tiene el estilo de las ciudades y pueblos de Alsacia, con las casas de vigas de madera, las flores y las callecitas peatonales.

La catedral de Estrasburgo, de estilo gótico, es la más impresionante que he visto nunca. Es altísima, de hecho, fue el edificio más alto del mundo durante dos siglos, gracias a su campanario que mide 142 metros.




10. El ambiente romántico

Ya lo habéis visto en todas las fotos, Alsacia parece la región del amor, y no sólo porque uno de sus símbolos representativos sea la cigüeña, sino porque todo en sus calles evoca romanticismo: las flores de los balcones, los corazones que decoran las ventanas y escaparates, las guirnaldas de luces, los cisnes que recorren en fila el río... Parece hecho adrede.


Para mí, al comer en esta terraza al borde del río en Colmar (desde donde vimos pasar a los cisnes y la nutria, por cierto), me pareció estar dentro de un cuento o un escenario de película. ¿Puede haber algo más romántico que estas vistas?

También el ambiente rústico y acogedor de sus restaurantes, con manteles estampados con los típicos corazones y la luz tenue.

Además, en Colmar aprovechamos para hacer un picnic en uno de sus preciosos parques llenos de flores, con productos típicos de la zona que compramos en el mercado: pan, quesos, foie, uvas, quiche Lorraine, sidra y el éclair de frambuesas que os he enseñado antes.



Sabía que la zona era bonita por las fotos que vimos cuando elegimos el viaje, pero no me imaginé que tanto. Alsacia es uno de los sitios más bonitos y románticos en los que he estado y que, sin duda, os recomiendo visitar.

La única pega que le encuentro es que la mayoría de ciudades y pueblecitos de la zona son muy turísticos y están abarrotados de gente (supongo que, sobre todo, por ser agosto), aunque tampoco resulta difícil alejarse de las zonas más turísticas y perderse por callejuelas más tranquilas.

¡Feliz domingo!