Hoy os traigo por fin el post sobre nuestras vacaciones en Alsacia (región francesa en la frontera con Alemania) que, como suele ser habitual, he resumido señalando las diez cosas que más nos han gustado del viaje. Nosotros queríamos descansar, pasear y disfrutar de las vistas y de la comida; así que, aunque hicimos varias excursiones, la mayor parte del tiempo estuvimos en Colmar, una ciudad preciosa y pequeñita, ciudad natal del escultor de la Estatua de la Libertad, capital del Alto Rin y que está considerada como la más alsaciana de las ciudades de Alsacia.
1. La Petite Venise de Colmar
La Pequeña Venecia es el principal atractivo turístico de Colmar, un pequeño río que atraviesa la ciudad, rodeado de las típicas casas alsacianas con vigas de madera y muchas flores en los balcones.
En este río de poca profundidad viven cisnes, patos e incluso una nutria, que tiene su madriguera en una de las orillas del río.
Vale la pena hacer el paseo en barca por la Petite Venise, para poder contemplar la parte menos urbana del río, una parte totalmente tranquila, silenciosa y rodeada de vegetación.
2. La comida alsaciana
Pensaba que la comida alsaciana no me iba a gustar mucho por ser demasiado alemana y la verdad es que me ha sorprendido gratamente. Todo lo que comimos estaba delicioso. Lo único que no pedimos fue el choucroute, un plato a base col, cerdo y salchichas. A continuación os dejo un repaso por los platos más típicos de la zona.
1. Quiche Lorraine: aunque es un plato típico de Lorena, la región vecina, es habitual en todas las cartas. 2. Rosti: cazuela de patatas hervidas con tiras de bacon y queso Munster fundido. 3. Tarte flambée: es una pizza de masa muy fina con cebolla, bacon, nata y a veces también queso. 4. Tarta de cebolla.
Los caracoles han sido para mí el gran descubrimiento gastronómico de este viaje. Los cocinan con una salsa verde a base de varias hierbas y los sirven por docenas o medias docenas. Riquísimos.
1. Baekeoffe: es un guiso que suele llevar tres tipos de carne (cerdo, cordero y ternera) cocinado con vino blanco de la zona y servido con patatas. 2. Caracoles al estilo alsaciano. 3. Codillo a la miel: allí el codillo está por todas partes y una forma de servirlo es con miel, otro de los productos típicos de la zona. 4. Foie gras: el plato estrella de la gastronomía alsaciana.
Y por supuesto los bretzels, esos lazos de pan con sal gruesa por encima, que están por todas partes en Alsacia. En la foto también podéis ver también un peluche de una cigüeña, que es el símbolo de Alsacia y se vende en todas las tiendas.
3. La ruta del vino alsaciano
Alsacia es una de las regiones vinícolas de Francia por excelencia. Tiene un clima seco y soleado, lo que facilita el cultivo de los viñedos.
El camino entre los pueblos que forman la ruta del vino alsaciano es muy bonito, al menos desde Colmar, ya que puedes hacerlo por carreteras entre viñedos.
Nosotros visitamos unos viñedos en Riquewihr, un pueblecito con mucho encanto cercano a Colmar, y pudimos ver las uvas, todavía verdes, con las que elaboran sus deliciosos vinos blancos.
Durante nuestros días en Alsacia degustamos varios vinos de la zona: Riesling, Pinot blanc, Pinot gris, Pinot noir, Sylvaner y Gewürztraminer. Este último es dulce, (parecido a la mistela de aquí) y tan difícil de pronunciar que no sé cómo pudieron entendernos. Mi favorito es el Riesling.
4. Las vistas desde el Castillo Haut-Koenigsbourg
Este castillo del siglo XII está construido sobre la cima de una alta montaña (Stophanberch) y desde allí hay unas vistas increíbles de toda la zona, con los pueblecitos y viñedos de alrededor.
El camino hasta lo alto del castillo se puede hacer en coche, excepto el tramo final, que hay que subirlo a pie. Pero vale la pena el esfuerzo para contemplar la inmensidad del castillo, con sus huertos medievales incluidos, y las preciosas vistas de la planicie de Alsacia.
5. Los pueblecitos de la zona y sus casas de cuento
Además de Colmar, visitamos los pueblecitos de Riquewihr y Ribeauvillé, considerados los más bonitos de la zona. Los dos son muy pequeñitos y se pueden recorrer dando un paseo por sus calles empedradas y peatonales. Su arquitectura casi no ha cambiado en varios siglos y siguen conservando sus casas con vigas de madera, sus fuentes y sobre todo sus flores. Todo parece sacado de un cuento.
La foto de arriba es de Riquewihr y la tomé mientras comíamos en una terraza. La de abajo es de Ribeauvillé y pueden verse los banderines típicos que decoran muchas de las ciudades de la zona y las casitas de colores.
Como veis, en Alsacia todas las ventanas de las casas están llenas de flores y muchas tienen sus contraventanas decoradas con corazones.
Todos los pueblos tienen su fuente (muchas de ellas llenas de flores), que suelen estar situadas en plazas emblemáticas, como ésta de Colmar, situada en una de las plazas más bonitas y románticas que he visto nunca.
6. Las tartas de fruta y otros postres
Una de mis cosas favoritas en los viajes es probar los postres típicos de la zona. En Alsacia, debido a la influencia alemana, es habitual encontrar tartas de fruta en los restaurantes y todas, las pidas donde las pidas, están deliciosas.
1. Tarta de ruibarbo y merengue. 2. Tarta de arándanos. 3. Tarta strudel de manzana. 4. Tarta de frutos rojos.
Pero a excepción de las tartas de fruta, los postres son fundamentalmente franceses. Como el éclair de crema y frambuesas de la foto de arriba que compramos para un picnic en Colmar.
1. Crème brûlée. 2. Isla flotante: merengue sobre una base de crema inglesa. 3. Mousse de chocolate. 4. Dulce de marrón glacé con crema inglesa.
7. Colmar de noche
Cuando empieza a anochecer, Colmar se vuelve más bonita todavía. Se encienden las luces de las farolas y las guirnaldas de bombillas, las terrazas se llenan de gente, el agua de la Pequeña Venecia refleja las luces de las casas y las calles tienen un nuevo ambiente, más pausado, más romántico.
8. Visitar la Selva Negra y el Lago Titisee
Uno de los días de nuestro viaje lo reservamos para cruzar a Alemania y visitar la Selva Negra y el Lago Titisee, que están relativamente cerca de Colmar (ya os comenté lo mucho que me gustan los paisajes de lagos entre montañas).
Comimos en una terraza que tenía estas bonitas vistas al lago (foto de arriba) y de postre pedimos la tarta selva negra que está hecha con bizcocho de chocolate, nata y cerezas al kirsch.
Después de comer, dimos un paseo en barca por el lago, que está rodeado de bosques y es enorme. Sus aguas con muy oscuras y las orillas tienen algunas zonas de arena que la gente utiliza como playa.
Luego nos acercamos a una preciosa zona de montaña en plena Selva Negra, donde vimos lo densos que son sus bosques de abetos, que prácticamente no dejan pasar la luz del sol (de ahí lo de Selva Negra).
9. Estrasburgo
Estuvimos en Estrasburgo, capital del Bajo Rin, solamente el día antes de coger el avión de vuelta a España, así que tampoco pudimos disfrutarlo mucho. Pero es una ciudad preciosa por la que pasear, sobre todo la zona de los canales, llamada La Petite France. Se parece a Colmar, pero mucho más grande.
Tiene el estilo de las ciudades y pueblos de Alsacia, con las casas de vigas de madera, las flores y las callecitas peatonales.
La catedral de Estrasburgo, de estilo gótico, es la más impresionante que he visto nunca. Es altísima, de hecho, fue el edificio más alto del mundo durante dos siglos, gracias a su campanario que mide 142 metros.
10. El ambiente romántico
Ya lo habéis visto en todas las fotos, Alsacia parece la región del amor, y no sólo porque uno de sus símbolos representativos sea la cigüeña, sino porque todo en sus calles evoca romanticismo: las flores de los balcones, los corazones que decoran las ventanas y escaparates, las guirnaldas de luces, los cisnes que recorren en fila el río... Parece hecho adrede.
Para mí, al comer en esta terraza al borde del río en Colmar (desde donde vimos pasar a los cisnes y la nutria, por cierto), me pareció estar dentro de un cuento o un escenario de película. ¿Puede haber algo más romántico que estas vistas?
También el ambiente rústico y acogedor de sus restaurantes, con manteles estampados con los típicos corazones y la luz tenue.
Además, en Colmar aprovechamos para hacer un picnic en uno de sus preciosos parques llenos de flores, con productos típicos de la zona que compramos en el mercado: pan, quesos, foie, uvas, quiche Lorraine, sidra y el éclair de frambuesas que os he enseñado antes.
Sabía que la zona era bonita por las fotos que vimos cuando elegimos el viaje, pero no me imaginé que tanto. Alsacia es uno de los sitios más bonitos y románticos en los que he estado y que, sin duda, os recomiendo visitar.
La única pega que le encuentro es que la mayoría de ciudades y pueblecitos de la zona son muy turísticos y están abarrotados de gente (supongo que, sobre todo, por ser agosto), aunque tampoco resulta difícil alejarse de las zonas más turísticas y perderse por callejuelas más tranquilas.
¡Feliz domingo!